2009/03/20

Ibaialde



El valle del Ebro ha sido sin duda desde tiempos muy antiguos una vía de comunicación extraordinaria. Y no sólo por las importantes vías terrestres que lo recorren, sino que incluso el río, físicamente, ha sido un medio de comunicación que ha permitido la navegación fluvial en una medida que nos resulta hoy díficil de imaginar. En función de esa realidad, el ir y venir de gentes, el asentamiento de pueblos diversos, el establecimiento de poderes exógenos, etc., han ido configurando los elementos característicos de la idiosincrasia de la gente que vivimos a orillas de este gran río.

En general nos cuesta tanto imaginar el pasado como el futuro, a pesar de los documentos que nos hablan desde otros tiempos. Nos cuesta por ejemplo encontrar significado al hecho de que la primera mención histórica a los vascones que ofrece una localización geográfica concreta, hecha por el historiador romano Tito Livio, sitúe a estos a orillas del Ebro. O que el poeta calagurritano Marcial calificara en latín al río Ebro como vasco / vascón: “Nos Vasco Ibero dividit…”. Nos cuesta imaginar la complejidad social, cultural, lingüística que se oculta/manifiesta a través de esos textos.

Otros textos, los nombres de lugar, también nos hablan de la mezcla de culturas que el tiempo histórico ha ido sedimentando en el transcurrir de los siglos. Así, en un puño, podemos encontrar un nombre de población de origen euskérico (Mendavia) junto a un nombre de población de formación romance (Lodosa) al lado de un nombre de etimología arábiga (Alcanadre) junto a un híbrido vasco-romance (Sartaguda) y un nombre de estructura céltica o latina (Sesma). En el aledaño curso bajo del río Ega encontramos los nombres de raigambre vasco-aquitana Lerín y Andosilla, junto al hagiónimo cristiano San Adrián, el arábigo Azagra y el incierto Cárcar, tal vez también euskérico.

Otro índice de la complejidad cultural de esta comarca de la Ribera de Navarra es el hecho de que aunque la lengua de los antiguos pobladores vascones se perdiera como lengua principal hace bastantes siglos, en el habla popular de esta zona encontramos como en otras zonas de Navarra, numerosa palabras procedentes del euskera que son habituales o lo han sido hasta hace poco en el habla común de la gente. Este léxico de origen euskérico, recogido en diversos estudios sobre el habla de estos pueblos, abarca sobre todo los campos de la afectividad infantil-familiar y las formas tradicionales de las actividades agrícolas y ganaderas, y su existencia nos recuerda que hasta hace unos pocos siglos la mayoría de la población navarra ha sido euskaldún, hasta el punto de que ambos términos, navarro y euskaldún, son utilizados como sinónimos en los documentos antiguos, entre otros en la Recopilación de los Fueros de Navarra.

Yo me imagino, observando a los niños euskaldunes de Lodosa, Sartaguda y otros pueblos riberos que en el futuro ambos términos volverán a ser sinónimos, aunque seguramente la mayoría de los navarros conocerán y utilizarán más de una lengua, porque abiertos al mundo y a las manifestaciones culturales plurales no olvidamos nuestras raíces y construímos nuestra cultura desde el interior de lo que nosotros somos.

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