2012/06/27

La gaita navarra en Corella



La primera y de momento más antigua mención a la gaita en Corella la encontré en el libro de Manuel García Sesma “Investigaciones históricas sobre Fitero”, en el que, al dar noticia de las actividades de las cofradías de Fitero,  recoge el dato de que en 1652 la cofradía de San José contrató además de al gaytero del pueblo a dos gaiteros de Corella. Dice también que además de los gaiteros, se solían llevar de fuera para las fiestas de San José algunos danzantes. En este caso no sabemos si eran también de Corella, aunque bien podría ser, puesto que sabemos que por aquella época acudían a Pamplona dantzaris de Corella, Cascante y otros pueblos a bailar en la procesión de San Fermín.


Posteriormente, por gentileza de Alberto Azcona, he tenido la ocasión de examinar el libro de la cofradía de San Juan Bautista de Corella con datos que van de 1765 a 1872 y en él aparecen consignados pagos al gaitero desde el año 1780  hasta el año 1864. Entre 1783 y 1819 aparece prácticamente todos los años y llegó a suponer un gasto importante, pues se pasa de pagar 8 reales fuertes en 1783 a entre 10 y 12  de 1787 a 1791, y entre 24 y 32 desde 1793 a 1819, pagándose 40 reales fuertes en 1815, 1816 y 1864. Tengamos en cuenta que la cuota anual de los cofrades en las primeras décadas del siglo XIX era de un real y medio fuerte y la leña que se utilizaba para la hoguera costaba 3 reales fuertes. Como dato curioso, las cuentas del año 1793 especifican “Al gaitero porque así lo pidió la Hermandad...24 r. f.”, y teniendo en cuenta que el año anterior no consta pago al gaitero y de 1791 a 1793 se pasa de un abono de 10 reales fuertes a un abono de 24 reales fuertes, debió suceder que aquél año de 1792 el Alcalde no quiso contratar al gaitero por parecerle excesivo el dinero que pedía, pero ante la petición expresa del conjunto de los hermanos se volvió a requerir su servicio a partir del año siguiente. A partir de 1820 y hasta 1857 sin embargo, se pierde la referencia al gaitero y el pago se consigna “a los músicos”, especificándose en 1848 que se paga a “Ramón Gómez por subir el santo con música”. A partir de 1858 aparece la referencia a “la Orquesta”, aunque en 1864 aparece por última vez el pago “al gaitero por sus honorarios” de 40 reales fuertes.



Sin duda el estudio de los libros de otras cofradías nos darían más datos, también interesantes de la presencia de la música de la gaita en los festejos que organizaban en la fiesta de sus patronos. Otra cofradía, por ejemplo, en la que la gaita ha estado muy presente hasta hace poco es la de San Pascual Bailón. El historiador Juan Cruz Labeaga dice al respecto: “Los cofrades bailaban por turno durante la procesión del día de San Pascual Bailón, 17 de Mayo, al son de melodías de gaitero. También bailaban los chicos y muchos de ellos cubrían sus cabezas con flores amarillas”. Todavía no hace muchos años se recurrió a la megafonía transportada por un coche para acompañar la procesión del Santo con música de gaita... aunque fuera “enlatada”.

La gaita está sin duda unida a la fiesta en la Ribera desde hace muchos siglos y durante muchos siglos. Todavía en 1933 el gran etnógrafo ablitero Pedro Arellano Sada escribía en “Folklore de la Merindad de Tudela”: “Hasta hace pocos años, era costumbre en algunos Ayuntamientos, y especialmente en el de Ablitas, traer una banda de dulzaineros para que alternase con la banda de música local y de esa forma, no se daba lugar a que la gente permaneciese ociosa en el baile”.

Recientemente se ha cumplido el 25º aniversario del nacimiento del grupo Gaiteros de Tudela, que tanto ha hecho por la recuperación de este instrumento navarro tan enraizado en nuestro folklore. Es una pena que en Corella, que ha dado tan buenos músicos, no salga también un grupo de gente que se anime a recuperar la buena fama de los Gaiteros de Corella.






Más información sobre la gaita en web.jet.es/gaita.navarra y www.gaiterosdetudela.com

2012/06/21

Apuntes sobre antroponimia medieval .2.


   En el año 2005 el fiterano (aunque nacido en Madrid) Serafín Olcoz Yanguas publicó, editado por el Gobierno de Navarra, el libro titulado Memorias del Monasterio de Fitero del Padre Calatayud. Se trata de la edición crítica y notas de un memorial histórico redactado en el siglo XVIII por el hondarribitarra Manuel de Calatayud y Amasa, abad del monasterio en dos periodos entre los años 1736-1740 y 1752-1756.
   En esta historia del monasterio de Fitero se reproducen a la letra muchos privilegios del cenobio. Serafín Olcoz maneja una cantidad enorme de datos y referencias, corroborando o discutiendo la información aportada por el Padre Calatayud. Algunas afirmaciones de Serafín Olcoz han sido objeto de controversia, como podemos ver en  los artículos de Marisa Melero o Cristina Monterde y otros.  No se nos escapa la complejidad  de la documentación estudiada y por nuestra parte no pretendemos entrar en ninguna polémica, sólo queremos hacer una pequeña precisión de detalle a un dato relacionado con la  antroponomía medieval.
   En la nota  507 de este libro, p. 406, al reseñar los datos referentes a una persona que realizó una permuta de heredades con Raimundo, abad de Niencebas, y los frailes de aquel lugar, dice textualmente “Sancho Moza o Muza (seguramente de origen musulmán)”. En la nota siguiente nos ofrece el texto del documento tal como fue transcrito por Cristina Monterde Albiac en su tesis doctoral El Monasterio de Santa María de Fitero, Siglos XII-XIII”, publicada en Zaragoza el año 1978, que corresponde a una escritura fechada antes del 1 de agosto de 1151. El nombre aparece registrado con la grafía Sancio Moza (en ningún caso Muza). Los fiadores de esta permuta que se hace acogiéndose al fuero de Tudela son Petro Sanz de Corela y Sancio Fortuniones de Eisauer por parte del abad Raimundo y sus frailes, y Petro de Filera y Sancio Sanz por parte de Sancio Moza y sus hijos. Las heredades estaban ubicadas en Cascante (Cascando) y Cintruénigo (Centronico). Los testigos fueron Eneco Fortunones, Semen Zabata, Garcia Sanz de Tutelen y don Paschal Sanz de Mosquarola. Nada suena a arábigo en el documento.
   Motza, con grafía Moça, Moza, Mocha y similares es un sobrenombre euskérico ampliamente documentado en época medieval en Navarra y regiones vecinas. Luchaire lo incluía en el artículo citado en el post anterior, aunque no lo había localizado en el cartulario de Fitero.


   En mi artículo “Antroponimia medieval euskérica en la Ribera Tudelana” se recoge un Sancho Moça documentado en 1158 en Tudela. Puesto que aparece en la documentación de Fitero en los años 1151 y 1157, debe tratarse de la misma persona. Cristina Monterde recoge también la variante gráfica Mozca en algún manuscrito.
   En este contexto nada nos sugiere un posible origen musulmán para Sancio Moza. Semen, Eneco, García, Sancho… son nombres que podríamos denominar navarros, en sentido etimológico, y si atendemos a los topónimos que indican procedencia, además de los relativos a las villas cercanas al monasterio, encontramos un Eisaver (en Sancio Fortuniones de Eisaver) que con casi total seguridad hace referencia a un Etsaberr(i), de etsa-, variante en composición de etse `casa’ y berri `nuevo/a’, a todas luces euskérico y tal vez antecedente del actual Javier.
   Este espúreo Muza de origen musulmán nos parece que está relacionado con otra asombrosa afirmación de Serafín Olcoz. En el libro Fitero Cisterciense del Monasterio a la Villa (Siglos XII-XV), editado por Tracasa y M.I. Ayuntamiento de Fitero en 2008 (que se puede descargar aquí) afirma que el valle del Alhama fue repoblado por mozárabes a principios del siglo XII.
   Lo afirma así en la Introducción, p. 19, “se repobló el valle del Alhama con mozárabes procedentes de Granada (Andalucía)”, y con más precisión en la página 68, nota 237: “El castro de Tudején, como todo el valle del Alhama, fue reconquistado por Alfonso I el Batallador tras haber quedado en su poder Tudela, en 1119. Poco después, en 1126, repobló este valle con mozárabes que trajo desde Granada (Andalucía) y es posible que alrededor de esta fecha dotase a los vecinos de Tudején del fuero de Tudela, que parece ser una evolución de los fueros de Sobrarbe. En los primeros documentos del cartulario del monasterio de Fitero se ve que las transacciones se hacían bajo este fuero tudelano, a veces denominado como fuero de la tierra, hasta poco antes del asentamiento de los cistercienses en Tudején, en 1152”.
   Esta afirmación es pura invención, sin ningún fundamento serio. Olcoz podría aducir un diploma dado en Alfaro en agosto de 1926, por Alfonso I “el Batallador” en que otorga fueros a los mozárabes traídos de su expedición a Granada, con diversas prerrogativas judiciales, fiscales, económicas y militares. Pero no hay nada en este documento, como se puede ver aquí, que haga suponer que aquellos mozárabes fueran instalados en el valle del Alhama.  Y desde luego el hecho de que esta carta haya sido otorgada in uilla que dicitur Alfaro no representa ningún indicio de que aquellos mozárabes fueran asentados en dicho valle.

   La documentación del monasterio de Fitero como hemos dicho es compleja pero muy interesante para el estudio de la historia de nuestra comarca. En fin, no será esta la última vez que nuestro foco de atención se acerque a la villa de las tres mugas.

2012/06/20

Apuntes sobre antroponimia medieval .1.



Denis Jean Achille Luchaire (1846-1908) fue un historiador medievalista y filólogo francés al que los estudios vascos deben un gran reconocimiento por su ingente trabajo. En dos libros, Les origines linguistiques de l'Aquitaine (1877) y Études sur les idiomes Pyrénées de la région française (1879) y en un gran número de artículos en revistas científicas dejó plasmadas sus investigaciones sobre la relación entre el euskera y la lengua de las inscripciones de la antigua Aquitania por una parte y entre el euskera y la lengua gascona por otra. Estas investigaciones han sido altamente apreciadas por los filólogos vascos, y por ejemplo el profesor Koldo Mitxelena, además de consignar algunas de sus aportaciones, hace una alabanza explícita de su obra: “Achille Luchaire, que además de hacer la historia de la lengua vasca en periodos decisivos, nos enseñó cómo hacerla a los demás, sobre todo por lo que se refiere a la Antigüedad y a la Edad Media” (Obras completas, V, 190).
En un artículo publicado en 1881 en la Revue de linguistique et de philologie comparée de Paris y titulado “Sur les noms propres basques contenus dans quelques documents pyrénées des XIe, XIIe et XIIIe siècles”, Luchaire estudió los nombres de persona euskéricos que pudo encontrar en los documentos medievales del área circumpirenaica occidental.  Muchos de estos nombres los encontró en los legajos del Archivo del Reino de Navarra, como él dice, en Pamplona, donde pudo revisar diversos cartularios medievales, entre ellos el cartulario del monasterio de Fitero, en un manuscrito del siglo XIII, según nos cuenta.

Estos son los nombres de persona euskéricos que encontró en dicho cartulario:

AMA SEMENA, donde encontramos ama ‘madre’. Cart. de Fitero, fº 11, finales del s. XII. Luchaire lo compara con mater usado como nombre propio en el cartulario de Sainte-Foy de Morlaas: uxorem Matrem Brune. Por otra parte, aunque Luchaire no lo explica, Semena es una feminización romance de Semeno, compuesto de seme `hijo’ y sufijo –no formador de nombres hipocorísticos y diminutivos, equivalente por tanto a `hijito’, `hijita’, pero aquí ya con un uso des-semantizado.
GARCIA OCHARR, con ozar (oxar, ochar) `perro’. Cart. de Fitero, fº 48, 1174. García es también de origen euskérico, de gartzea `joven’, pero como en el caso anterior de uso muy amplio como nombre propio. "Existe un término conocido en labortano (con inclusion del baztanés) y en bajo- navarro, ozar 'perro', con valores adjetivos que parecen claramente secundarios como 'arrogante, desabrido', etc. Si se recuerda que de una parte (h)or 'perro' -vivo todavía- ha sido común a todas las variedades vascas y de otra que za(h)ar, xa(h)ar 'viejo, viejito' es de uso general como segundo miembro de compuestos con matiz afectivo, se  impone como muy atractiva la idea de que ozar no fue en un principio más que un compuesto con valor aumentativo, algo así como 'perrazo' cuyo diminutivo *oxar parece estar atestiguado por el antropónimo medieval Oxarra. (En nota: Como ya vio Luchaire: "Sur les noms propes basques...")". Koldo Mitxelena, Obras Completas, V, 62-63 

JOHANNES GUCHIA, donde guchia equivale a `pequeño’. Fitero, fº 48 vº, finales del siglo XII.
GARCIA ZAPATA, Cart. de Fitero, fº 28, escritura de 1194. Zapata ‘zapato’ es, claro está, préstamo del romance, lo cual puede hacer surgir alguna duda sobre su inclusión en esta lista.

Que estos nombres aparezcan en los documentos del monasterio de Fitero no quiere decir estrictamente que sus portadores fueran habitantes de la villa de Fitero, que como tal no se desarrolló hasta el siglo XIV, o de su antecesora la villa de Castellón en cuyo solar, a orillas del río Alhama, se erigió el monasterio de Fitero después de unos años de asentamiento en el lugar vecino de Nienzebas. En general son nombres de personas relacionadas con el monasterio al haber participado en actos de compraventa, en donaciones, etc., como parte o como testigos de ellas. Pueden ser vecinos de los pueblos de alrededor o más lejanos. Forman parte seguramente del contigente de repobladores euskaldunes que se instalaron en esta parte del valle del Ebro a partir del año 1119.

La onomástica citada por Luchaire puede verse ahora en: Cristina Monterde Albiac Colección diplomática del monasterio de Fitero (1140-1210), Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1978.