En el año 2005 el fiterano (aunque nacido en Madrid) Serafín Olcoz Yanguas publicó,
editado por el Gobierno de Navarra, el libro titulado Memorias del Monasterio de Fitero del Padre Calatayud. Se trata de
la edición crítica y notas de un memorial histórico redactado en el siglo XVIII
por el hondarribitarra Manuel de Calatayud y Amasa, abad del monasterio en dos
periodos entre los años 1736-1740 y 1752-1756.
En esta historia del monasterio de Fitero se reproducen a
la letra muchos privilegios del cenobio. Serafín Olcoz maneja una cantidad
enorme de datos y referencias, corroborando o discutiendo la información
aportada por el Padre Calatayud. Algunas afirmaciones de Serafín Olcoz han sido
objeto de controversia, como podemos ver en
los artículos de Marisa Melero o Cristina Monterde y otros. No se nos escapa
la complejidad de la documentación
estudiada y por nuestra parte no pretendemos entrar en ninguna polémica, sólo
queremos hacer una pequeña precisión de detalle a un dato relacionado con
la antroponomía medieval.
En la nota 507 de este libro, p. 406, al reseñar los
datos referentes a una persona que realizó una permuta de heredades con
Raimundo, abad de Niencebas, y los frailes de aquel lugar, dice textualmente “Sancho Moza o Muza (seguramente de origen
musulmán)”. En la nota siguiente nos ofrece el texto del documento tal como
fue transcrito por Cristina Monterde Albiac en su tesis doctoral El
Monasterio de Santa María de Fitero, Siglos XII-XIII”, publicada en
Zaragoza el año 1978, que corresponde a una escritura fechada antes del 1 de
agosto de 1151. El nombre aparece registrado con la grafía Sancio Moza (en ningún
caso Muza). Los fiadores de esta permuta que se hace acogiéndose al fuero de
Tudela son Petro Sanz de Corela y Sancio Fortuniones de Eisauer por parte del
abad Raimundo y sus frailes, y Petro de Filera y Sancio Sanz por parte de
Sancio Moza y sus hijos. Las heredades estaban ubicadas en Cascante (Cascando) y Cintruénigo (Centronico). Los testigos fueron Eneco
Fortunones, Semen Zabata, Garcia Sanz de Tutelen y don Paschal Sanz de
Mosquarola. Nada suena a arábigo en el documento.
Motza, con grafía Moça, Moza, Mocha y similares es un sobrenombre euskérico ampliamente
documentado en época medieval en Navarra y regiones vecinas. Luchaire lo
incluía en el artículo citado en el post
anterior, aunque no lo había localizado en el cartulario de Fitero.
En
mi artículo “Antroponimia medieval euskérica en la Ribera Tudelana” se recoge un Sancho Moça documentado en 1158 en Tudela. Puesto que aparece en la documentación de
Fitero en los años 1151 y 1157, debe tratarse de la misma persona. Cristina
Monterde recoge también la variante gráfica Mozca
en algún manuscrito.
En
este contexto nada nos sugiere un posible origen musulmán para Sancio Moza. Semen, Eneco, García, Sancho… son nombres
que podríamos denominar navarros, en sentido etimológico, y si atendemos a los
topónimos que indican procedencia, además de los relativos a las villas
cercanas al monasterio, encontramos un Eisaver
(en Sancio Fortuniones de Eisaver) que con casi total seguridad hace referencia
a un Etsaberr(i), de etsa-, variante
en composición de etse `casa’ y berri `nuevo/a’, a todas luces euskérico
y tal vez antecedente del actual Javier.
Este
espúreo Muza de origen musulmán nos
parece que está relacionado con otra asombrosa afirmación de Serafín Olcoz. En el libro Fitero Cisterciense del Monasterio a la Villa (Siglos XII-XV), editado por
Tracasa y M.I. Ayuntamiento
de Fitero en 2008 (que se puede descargar aquí) afirma que el valle del Alhama
fue repoblado por mozárabes a principios del siglo XII.
Lo afirma así en la Introducción, p. 19,
“se repobló el valle del Alhama con mozárabes procedentes de Granada
(Andalucía)”, y con más precisión en la página 68, nota 237: “El castro de
Tudején, como todo el valle del Alhama, fue
reconquistado por Alfonso I el Batallador tras haber quedado en su poder
Tudela, en 1119. Poco después, en 1126, repobló este valle con mozárabes que
trajo desde Granada (Andalucía) y es posible que alrededor de esta fecha dotase
a los vecinos de Tudején del fuero de Tudela, que parece ser una evolución de
los fueros de Sobrarbe. En los primeros documentos del cartulario del
monasterio de Fitero se ve que las transacciones se hacían bajo este fuero
tudelano, a veces denominado como fuero de la tierra, hasta poco antes del
asentamiento de los cistercienses en Tudején, en 1152”.
Esta
afirmación es pura invención, sin ningún fundamento serio. Olcoz podría aducir
un diploma dado en Alfaro en agosto de 1926, por Alfonso I “el Batallador” en
que otorga fueros a los mozárabes traídos de su expedición a Granada, con
diversas prerrogativas judiciales, fiscales, económicas y militares. Pero no
hay nada en este documento, como se puede ver aquí, que haga suponer que
aquellos mozárabes fueran instalados en el valle del Alhama. Y desde luego el hecho de que esta carta haya sido otorgada in uilla que dicitur Alfaro no
representa ningún indicio de que aquellos mozárabes fueran asentados en dicho
valle.
La
documentación del monasterio de Fitero como hemos dicho es compleja pero muy
interesante para el estudio de la historia de nuestra comarca. En fin, no será
esta la última vez que nuestro foco de atención se acerque a la villa de las tres mugas.
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